jueves, 6 de agosto de 2009

No hay nada bueno en el adiós...


[...] Cuando está a punto de salir, Sirius habla y el mundo se pone de puntillas, contiene el aliento y deja de girar. Por esa vehemencia, por esa sinceridad cruda en la voz de Sirius cuando dice cuatro palabras, solo cuatro palabras que lo arrasan todo a su paso.
- Te echo de menos.
Deja el libro en el sillón y se pone de pie.
Se acerca el ocaso del día y las luces anaranjadas y rojizas de la tarde atraviesan las vidrieras de Gryffindor, reflejando siluetas fantasmales en el suelo. Sirius camina sobre esos dibujos de colores con pasos secos y decididos. Llega hasta la puerta. Pone una mano en el picaporte y bloquea la salida de Sirius. Con esa misma y desesperada calma, repite
- Te echo de menos, Lunático.
Le gustaría decirle "llevo años echándote de menos". Explicarle con los dientes que mientras no esté debajo de su piel siempre estará demasiado lejos.
- Estoy aquí, Sirius.
Siempre estaré aquí.
- Te echo de menos incluso cuando estás aquí.
No sabe qué decir. Está paralizado. Sirius sigue bloqueando la puerta. Se pregunta si quiere besarle porque por la expresión de su cara, con los labios entreabiertos y esa respiración profunda parecería que quiere besarle.
- Antes no me pasaba, Remus.
- No, ya lo sé. – Va a decírselo, tiene que decírselo. Que le quiere, maldita sea, que no aguanta más. [...]
[...] Pero están tan cerca. Es difícil hablar. Están cada vez más cerca. La habitación se nubla. Y si en el cuarto de baño todo iba demasiado rápido, ahora todo va demasiado despacio. Como si el tiempo se hiciera a un lado para hacerles sitio. Los ojos de Sirius son más grises de lo normal, como el cielo escocés antes de la tormenta. A tan corta distancia, Remus puede notar el brillo de su lengua dentro de la boca y sentir el calor de su cuerpo. El movimiento más leve bastaría para tocarle.
- ¿Es igual con todas?
Sirius le mira fijamente. Le derrite. Le asesina. Remus no sabe a qué se refiere.
- ¿Qué?- Que si te pones tan caliente cuando te lamen todas las cicatrices –habla despacio, se explica desmenuzando las palabras una a una, jadeando cada vez más cerca- o es solo la del cuello.
El bombeo de la sangre se acelera. Remus quiere decirlo de una vez. Te quiero. Y estallar en sus labios. Están tan cerca. Sirius debe querer besarle, ¿no? porque no estaría tan cerca si no quisiera besarle. No le miraría así, no se lamería el labio inferior con la punta de la lengua, ni respiraría con esa carencia herrumbrosa.
- No lo sé. Algunas son más sensibles. Supongo.
- Pero no lo sabes.
No hay rabia. No hay celos. Sirius no está enfadado, fuera de sí, enfermo, como en ese cuarto de baño. Es de día y le echa de menos y solo están ellos dos, sin rabia, ni cólera, queriendo besarse, muriéndose por un poco de contacto. Un poco de saliva, algo de lengua, mucho calor. Por favor.
- Nadie las ha lamido todas. [...]
Marauders!Crack by Irati
Buscaba algo más acorde con la foto, pero creo que estos dos fragmentos se acercan más a mi estado de ánimo y agitación de estos días.
Me siento un poco vacía...
Verte me ha hecho pensar mucho...
Y no, no hay nada bueno en el adiós...

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