martes, 19 de febrero de 2008

Me siento india...

ME SIENTO INDIO

Cuando veo una película de indios y vaqueros me pongo de parte de los indios, aunque los pinten como los más malos y ladrones. Generalmente, en estas películas hay mucha violencia por parte de ambas partes y mueren como moscas (sobre todo, indios), pero yo creo que está más justificado, y me solidarizo, lo que hacen los indios, porque son los invadidos, los agredidos. En efecto, la llegada de los europeos a América fue una enorme desgracia para aquellos pueblos, muchos de los cuales acabaron desapareciendo y, desde entonces, los indígenas han significado bien poco, sometidos a los imperios coloniales de ingleses, franceses, holandeses, portugueses, españoles y, finalmente, de los yanquis. En estos momentos han acabado siendo, y sin moverse de su casa, unos estorbos para los proyectos expansivos de las grandes compañías de explotación de los recursos naturales de aquel continente, o, dicho en otras palabras, los indígenas no cuentan a la hora de hacer cálculos.

Pero, entre tantas otras penalidades hay alguna gran sorpresa, como el nombramiento de la quechua Nina Pecari como Ministra de Exteriores del nuevo gobierno de Ecuador. Esta luchadora de la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Pachakutik) se opone al Tratado de Libre Comercio y a la presencias de los EEUU en la base aérea de Manta, y es una activista a favor de los derechos indígenas y de las mujeres. A su nombramiento se oponían los de siempre: ¡la derecha! El triunfo indigenista en Ecuador asegura la supervivencia de las lenguas de Ecuador, que ya se estudian en las escuelas, cosa que no ocurría desde que los españoles pusieron su propias botas, con las espada y la cruz en el aire, e impusieron el español. Como las botas y la espada y la lengua con la que dominaron a los indios son las mismas con las que nos sujetaron a los valencianos, tengo la impresión de que el triunfo de Nina Pecari es como un triunfo nuestro.

Josep Pitarch, semanario EL PUNT, 01-01-2003 (extracto, traducido por Esther L.J.)

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Y es que yo tengo muchas razones para sentirme india. Quizás ahora ya no porque entre amigos he podido haces que los más radicales acepten mi idioma y es ahora cuando la sociedad va modelándose, pero antes era desesperante. Hoy me dijeron que la historia es pasada y que sólo está para recordarla, no para vivirla, y no quiero vivir en el pasado, simplemente hacer alusión a él para ver cómo hemos cambiado, que decían los Presuntos Implicados. Pero no será hoy, al menos no será para hacer referencia al pasado de hace 25 años. Sólo hace falta que nos vayamos cinco, seis años atrás, no más, y en un ejemplo propio.

Pero comencemos por el principio, Cataluña. Siempre he envidiado a los catalanes por no dejarse achantar por nadie. Han mantenido siempre su idioma, entre tantas otras cosas, y bueno, simplemente los admiro, y más de uno sabrá qué opina acerca de su independencia, lo que pasa es que no me caerá esa breva…

El caso es que, hace unos años (poquitos, como ya he dicho), para la gente que hablaba valenciano (bueno, catalán occidental), era (y sigue siendo, vaya…), mortal escuchar las noticias en la radio, ver la tele (informativos) o caminar por la calle, simplemente. Las noticias de Ràdio9 eran en castellano (casi preferible a lo de ahora), los informativos de Canal 9 eran prácticamente en castellano (porque el “valenciano” que hablaban era de vergüenza, incluso un extranjero que no haya hablado otro idioma en su vida que el suyo propio, habla mejor valenciano que estos valencianos la lengua de su propia tierra…), y hablabas valenciano por la calle y había quien se giraba a mirarte raro.

Vale, queda de todo todavía, pero se va suavizando, o eso parece… Me niego a escuchar las noticias en Canal 9 (pongo TV3, la catalana, o si lo quiero un poco más general, aunque en castellano, pongo Cuatroº o la Sexta), no escucho Ràdio9 (por su “magnífica –nótese la ironía– “objetividad”) y me niego a ver/escuchar los partidos de fútbol en este canal y en esta cadena de radio porque hablan de pena y yo no hago más que subirme por las paredes, alterándome yo y alterando también a mis padres, mientras voy corrigiéndolos a gritos y maldiciéndolos porque no me oyen. ¡Y hablar valenciano en Valencia!, ¿dónde se ha visto eso?, ¡escándalo! Ahora ya no tanto porque básicamente me da igual, pero antes me carcomía por dentro y una vez le hice pasar una vergüenza terrible a mi madre. Estábamos comprando no recuerdo qué y le hablé a una dependienta en valenciano y ésta me dijo que no me entendía, que se lo dijera en su idioma y vaya si lo hice… Me giré y le dije en castellano a mi madre, señalando a la dependienta: “¿Por qué es tan tonta?”. Me acordaré siempre de la cara que puso mi madre… Sí, era una borde, ¿y qué? Y eso antes, que todavía… vale, porque hace unos años y no lo entiendo ni quiero entenderlo, pero bueno… Pero casi peor que no hablar valenciano cuando vives en Valencia, ¡es hablarlo porque sea “cool”! es lo que hacen los políticos valencianos, desde Alejandro Font de Mora a Francisco Camps… En fin, que yo me he llegado a sentir extraña en mi tierra, así que sí, me siento india e invadida por una lengua que no es la mía maternal.

Perdonad el rollo. Este viernes tengo clase en la Escuela Oficial. Me da pereza porque además sé que Él no va a venir pero iré, al menos seguro que viene Eva, y puede que Lau y Ramón también. El jueves, si puedo, veré a un amigo del pueblo de la abuela de mis primas, que está estudiando aquí en Valencia y tengo ganas de verlo. A ver si tengo un ratillo y me paso a verle. Y también el jueves me voy a ver la Universidad Politécnica, ¡qué guay! (Aunque la mía es otro Campus). Y el viernes también, viene mi niño, mi tete, mi primo Gabri. Le echo de menos, hace un montón que no lo veo. No sé si vendrá con Paula. ¡Espero que me lleve de fiesta!

Y yo… bueno, estoy algo más aliviada del susto del viernes pasado, pero todavía muy preocupada, sustos así… espero que no me den ninguno más… Ojalá todo pase pronto, Dios mío, que ya hemos sufrido mucho… En fin, a ver si todo se va rápido…

Por cierto, Vicente Aleixandre podría escribir más bola de hierro y menos niebla, ¡madre mía!, ¡qué horror! (Yo me entiendo, lo juro). Ya os colgaré un poema suyo, ya… ¡Yo que amo a Bécquer, a Machado, a Alberti, Neruda o Lorca! Grrr… Os dejo por hoy.

Un beso. ¡Hasta el próximo post!

*P.D.1: Mi profesor de lengua es Míster Pérver xD.

martes, 12 de febrero de 2008

Una imagen vale más que mil palabras...

Siempre y cuando no se trate de un examen, claro. Todavía estoy un poco descolocada por los exámenes de la Escuela Oficial de Idiomas, pero bueno… He sacado un ocho en filosofía y estoy feliz, la verdad es que he empezado a ser yo después del patio, me he levantado con dolor de tripa y además alicaída, y me he animado más bien tarde, pero vale. Bien, lo cierto es que sí, que el título es veraz.

Es cierto, ya no sólo las imágenes, pues éstas son capaces de conmover sólo con ser vistas, sino los gestos. Los gestos son lo más importante en la comunicación de los seres vivos, ya sean personas o animales, casi todos solemos responder ante un estímulo visual. Y estos estímulos, a su vez, nos permiten conocer sin entablar ningún tipo de conversación, el estado de ánimo del que será el receptor (o no) de los sonidos articulados que salgan de nuestras cuerdas vocales.

El hombre es un animal de costumbres, como ya sabemos, y todavía conserva un instinto de supervivencia y conservación de la especie. Los machos necesitan a las hembras para poder seguir con el ciclo de la vida y la perpetuación de la raza –sea cual sea. Eso es un hecho constatable también hoy en día tras millones de años en el mundo: lo importante en la seducción parece ser la impresión. Digo “parece ser” porque no hay que ser muy listo para saber que una persona será todo lo imbécil que quieras y que no te haga ni caso, pero que si a ti te gusta, ya puede hacer pesas delante de ti como escupir en el suelo, no hay nada que hacer.

Pero aún así, las chicas nos arreglamos y nos miramos en el espejo para ver si está todo en orden cuando pasamos por delante de ese alguien por quien suspiramos y, al mismo tiempo, los chicos presumen de sus posesiones y fortaleza física. Es inevitable, es como una danza de apareamiento en que el macho o la hembra debe demostrar al de su sexo contrario cuán bueno es y que tiene todo lo que pide para poder unirse con él y crear más vida –todo esto en metáfora, no todos somos de los que se tiran a la piscina en el “primer baile”.

El caso es que nos gusta chulear, presumir y jactarnos de lo que tenemos, un ejemplo muy claro lo tenemos en cualquier situación: alguien te lleva en un coche, tú vas en el asiento del copiloto porque el que te gusta está en el del piloto y así hay más contacto visual y corporal. Él arranca y mientras, habla contigo de manera tímida. Tú le das más espacio para invadirte y él lo aprovecha. Te dice que si alguna vez has oído el control por voz de un vehículo. Tú contestas que no (aunque lo hayas oído 100.000 veces y media), entonces él te dice “mira” y dice algo para que el coche le obedezca y con su voz enciende la radio. Tú sonríes y lo miras, como aplaudiendo su hazaña y es cuando él lo fastidia porque le dice algo al coche y el coche le obedece de manera errónea. Y por instinto también, se gira, te mira y, rojo como un tomate (aunque no tiene por qué), suelta un “uy” casi inaudible. Porque no hay cosa más natural también que el miedo al ridículo…

O, vas a un partido de fútbol y pasas por la puerta, vas cargada con la bolsa de la cena y los vigilantes te obligan a destapar todas las botellitas de agua que llevas (sí, son así de cabrones) por si acaso las tiras llenas al campo y hieres a alguien… Eso, que te obligan a destaparlas, vas cargadísima con la bolsa en la que no caben más cosas, abres tres con la bolsa colgada al brazo, sin nadie que te ayude porque están mirando cómo te las apañas tus acompañantes, y cuando ya le has dado tres tapones y repartido las botellitas a tus amigos/primos/padres/lo que sea, vas y decides que la última estás cansada y la quieres abrir sin que la bolsa te moleste, así que intentas que la coja alguien y le dices a ese alguien “ayúdame” y en ese momento, te interrumpe la trayectoria del brazo un vigilante, y te dice con voz seductora “deja, yo te ayudo”, coge la botella, intenta abrirla y… nada, no pasa nada porque está demasiado fuerte, entonces mira al acompañante más adulto que llevas –a poder ser hombre para no quedar mal-, y se la tiende diciendo “uy, no puedo”. Y la tiene que abrir el otro mientras lo mira con sorna y tú sin hablar, sólo con mirarlo a unos ojos que esconde, vergonzoso, intentas decirle que no importa, que no se preocupe, y que oh-Dios-mío, qué manos tiene, ¡jeje!

Y es que el viernes conocí a alguien, se llama Héctor, trabaja en la empresa de la madre de mi mejor amiga. Es castaño, con ojazos verdes, alto y delgado, un chico tímido, agradable y muy majo. De momento no puedo decir que me guste, porque lo he visto sólo un día y sólo conozco lo que él ha querido que vea, pero me atrae físicamente, no diré que no. Y si algún día pasara algo porque nos conocemos más o por circunstancias irrelevantes, pasará, no me niego a nada. Tiene novia en Huelva, pero parece que no le hace mucho caso, según cuentan sus compañeros y mi mejor amiga y su madre… En fin, que me gustaría conocerlo más a fondo, saber qué piensa, cómo se desenvuelve, saber su vida… Ojalá tenga la oportunidad. Por cierto, me encanta el Ford Fiesta negro que lleva.

¡Ah!, el sábado fuimos de partido al Mestalla, a ver a mi equipo. Cada vez me alegro más de haber ido, porque tengo nuevos ídolos futbolísticos, Edu, del Betis (y oye, nada de feo, Tamara, que te doy) y Ever Banega, del Valencia, el mío, por supuesto. Ese chico promete y va a ser cumplidor, juega limpio y regatea que da gusto, un crack. Quedamos 3-1 a favor del de casa (¡¡tomaaa!!) con goles de mi Guaje Villa (dos) y de Silva (uno). Kelly ya sabe lo que opino sobre por qué Villa es tan maravilloso goleador xD. Un poco cegato de cojones el árbitro y al linier no sé dónde le dieron el título, se ve que en alguna tómbola, porque tooodo eran fueras de juego, yo no me explico, ¡¡jaja!! Lo mejor del partido, la ilusión de mi mejor amiga después de estar tres años sin ver a Xisco porque marchó al Betis.

Un apuntillo: El amor huele a Smint de frutas del bosque... =P

Un beso. ¡¡Hasta el próximo post!!

viernes, 1 de febrero de 2008

"Poema casida de la mujer perdida"...

Aquí os dejo uno de los poemas que más amo. Me encanta Federico García Lorca, y los últimos dos versos de este poema son una verdadera delicia… “Bajo las rosas tibias de la cama los muertos gimen esperando turno”. Dicen todo acerca de la fugacidad de la vida, pues al engendrarnos mientras nuestros padres se enlazan en un orgasmo, nuestra muerte está más próxima, ya que cada día que pasa, vamos estrechando las distancias entre ella y nosotros. Un beso. Hasta el próximo post.


Poema Casida De La Mujer Tendida de Federico García Lorca


Verte desnuda es recordar la Tierra.
La Tierra lisa, limpia de caballos.
La Tierra sin un junco, forma pura
cerrada al porvenir: c
onfín de plata.
Verte desnuda es comprender el ansia
de la lluvia que bu
sca débil talle
o la fiebre del mar de inmenso rostro
sin encontrar la l
uz de su mejilla.
La sangre sonará por las alcobas
y vendrá con
espada fulgurante,
pero tú no sabrás dónde se ocultan
el corazón de sa
po o la violeta.
Tu vientre es una lucha de raíces,

tus labios son un alba sin contorno,
bajo las rosas tibia
s de la cama
los muertos gimen esperando turno.