jueves, 29 de octubre de 2009

El amor en los tiempos de quidditch...


14/10/09


Os prometí foto del autógrafo, pero no he llegado a casa todavía, mañana en cuanto se la haga. Por el momento, tenía ganas de actualizar con algo del Crack.

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Y allí está, en lo más alto de la torre. Remus, poniéndose el abrigo para salir. Sorprendido de verle.

- ¿Sirius, te has olvidado algo?

Se ahorra una contestación. Casi no puede respirar después de haber subido tantos pisos corriendo. Toma aire apoyando las manos sobre las rodillas y cuando consigue levantarse Remus se ha puesto el abrigo, le mira con una pregunta en los ojos. Alto y desgarbado, con las manos en los bolsillos, donde guarda siempre algo de chocolate.

- Verás – dice tomando aire, - me voy a la guerra, Remus. A lo mejor no sobrevivo.

- Un partido de quidditch difícilmente se puede comparar a la guerra, Canuto.

- Eso demuestra que no sabes nada sobre el quidditch.

- O que tú no sabes nada sobre la guerra.

Una de las cosas que más le gustan de Remus es que en siete años, jamás le ha dejado ganar una discusión sin dar la batalla. Podrían pasar horas discutiendo y serían las mejores horas de su vida.

- Remus, ¿es que no prestas atención cuando juego? McGonagall cree que soy demasiado temerario para la liga profesional y le oí decir a Dumbledore que no deberían dejarme jugar porque me acabaré matando contra las porterías. Créeme, morir durante el partido es una opción. Prácticamente se puede decir que estás ante un general antes de su última batalla.

Remus se acerca caminando con ese andar otoñal. Parece tremendamente divertido por su inminente y trágico final.

- Muy bien, vas a morir – le habla como a un niño pequeño que requiere de demasiada paciencia. - ¿Qué quieres, Sirius?

Tira de su abrigo.

- Esto.

Un beso musical, lánguido, la lengua separando los labios, derritiéndose hacia la garganta, un beso lleno de promesas que dice "estaré aquí cuando vuelvas" y provoca que todo su cuerpo se ponga a cantar, vibrando con las ganas de más. Los labios de Remus se curvan de manera exagerada y besan con idéntico y exagerado talento artístico. El beso sabe a rosas con espinas, les deja llenos de saliva y jadeando.

Cuando se separan hay un peso distinto en sus párpados y un perfume inconfundible en la habitación. A chica.


Marauders!Crack by Irati.

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Necesito sentir ya tu perfume inconfundible, princesa, te echo mucho de menos.



¿Debería empezar a preocuparme? =S Rayándome, quizás demasiado.



(...)


**Necesito que me dejes llorar un poco sobre tu hombro... Te quiero...**

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