jueves, 20 de agosto de 2009

Con sólo un roce de mis labios...


A Eric…

Por ser un desgraciado, un infeliz, un traidor, un sinvergüenza, un egoísta, un metomentodo, mal hablado, prepotente, orgulloso. Por ser todo lo que detesto, todo lo que nunca me atrajo. Por ser una mierda de persona, por creerte el mejor de todos. Por pensar en ti más que en los demás, por actuar a favor de tu beneficio, por ser un capullo engreído. Por quererlo todo para ti mismo sin ofrecer nada a cambio, por querer saber más de lo que debes y ser un mentiroso.

Por tener el valor de poner en peligro mil vidas antes que la tuya. Por ser avaricioso, lujurioso, hipócrita y un dictador. Por querer demostrar al mundo que eres lo mejor que podían haber creado, el ser más perfecto de todos. Por mirar por encima del hombro a quien se te acerca. Por tus ojos fríos, calculadores, llenos de misterio, azules casi grises, gélidos, muertos, altivos. Porque no eres como los demás. Por ser un devorador compulsivo.

Y por ser sexo y veneno, por ser objeto de deseo, por ser un puto demonio y un puto bastardo. Porque debes follar mejor de lo que hablas, porque tu boca es lo más apetecible que he visto en mucho tiempo. Por tu boca, tus colmillos, tu roja lengua, tus besos, tu ansia, tu sed. Porque tus aires de tipo duro me ponen, porque tu cara afilada me da mucho que pensar. Porque tus facciones son arrebatadoras y mordería tu cuello hasta hacerte sangrar. Porque te ofrecería el mío a cambio de tus caricias. Porque eres todo colmillos y nada cerebro, porque tienes menos idea de todo de lo que quieres aparentar. ¡Jodido tirano embustero, chupasangre, asesino sin compasión…!

Porque sólo con decir tu nombre se me eriza el vello y a mi mente vienen pensamientos que no puedo ni confesar. Porque es evocar tu nombre y que el corazón me lata cien veces más rápido, porque es oír tu voz y echarme a temblar. Por darme más miedo del que ninguna otra persona me dio jamás, por ser un puto cobarde que sólo existe en la ficción. Por embriagarme solamente con sentir tu aliento.

Porque eres un maldito descerebrado y quieres que confíen en ti. Porque, en el fondo, no desprecias tanto como quieres que piensen. Porque amas con tu no-vida, deseas con tu no-alma, quieres con tus dos mil años. Porque tienes un corazón que no bombea sangre sino bilis cuando miras de reojo, y eres tan desagradable que te tienen pavor. Porque, cuando no miran, ese corazón que no usas, se ablanda; porque cuando lloras, me haces llorar. Por querer ocultar que no eres tan malo, por querer ocultar que una vez también fuiste humano y por saber contenerte a todo lo que sucumbiste antes. Por querer con locura a quien te creó y serle leal hasta tu muerte. Por no querer ser liberado, y mucho menos, abandonado. Porque tus lágrimas de sangre me hacen derramar a mí las mías, capullo sin alma. Porque me hierve la sangre cuando te miro, porque sé que podrías dar la vida por mí, porque todo el amor que tengo serías incapaz de soportarlo.

Porque te odio y me repugnas, porque odio no poderte tocar, odio que no seas real, odio a todos los que te rodean, odio tu forma de ser y tu belleza cautivadora.

Porque no puedo imaginar qué será de mí cuando desaparezcas, porque no sé qué he podido hacer sin hasta ahora.

Porque me sobrecoge tu presencia y tu luz me deslumbra.

Porque por todo eso, te quiero, estúpido vampiro…
By: Esther León.

jueves, 6 de agosto de 2009

Sábado de resurrección... Sí, y Domingo de Pascua... ¬¬


- Llevo todo el día buscándote, Lupin. Cualquiera diría que quieres darme esquinazo. No sé cómo lo ves.
- Pero si llevas todo el día durmiendo.
- Falso. Llevo despierto por lo menos media hora.
- Eso significa que llevas buscándome, ¿cuánto? ¿Cinco minutos?
- Diez. Diez largos minutos, Lupin. Puede que once. Tú verás pero mi abuelo, que debe estar pasando calor en el infierno, decía que quien hace esperar a un Black no se merece el honor de estar en su presencia.
- Qué pena no haberle conocido. Parece simpático.
Entre los pergaminos de Remus, hay un libro grueso que ha estado leyendo durante la última hora y media, mientras se preguntaba qué pasaría exactamente una vez que Sirius despertara. Mientras se preguntaba, para ser exactos, qué son ahora que no son exactamente lo que eran. Ahora que la mañana después es un hecho y no pueden darle la espalda. Amigos, mejores amigos, amantes, amantes que son amigos, amigos que son amantes, ¿novios? Sirius nunca ha tenido novia, ¿cómo va a tener novio?
[...]
- Veamos qué te ha mantenido entretenido. - Lee con desgana, burlándose de cada palabra. - [...] – Cuando termina la primera frase, bufa con exagerado disgusto y lee el nombre del autor en la portada. - Charles Dickens, menudo capullo. No puedo creer que me hayas hecho buscarte por leer esta gilipollez.
Cierra el libro y se relame los labios. Todo es un juego. Todo es una provocación. Está buscando pelea, diversión. Da igual. Le está buscando a él. Y sabe que siempre le encuentra.
- Eres un insulto a la cultura, Sirius Black.
- Me ofenderías si no fueras un alfeñique, -subraya cada palabra- flacucho, –cada provocación- narizotas, -cada sílaba- obediente, - hasta acabar en la peor- y empollón.
Podría estar diciendo cualquier otra cosa. Podría estar diciendo obscenidades en su oído porque el efecto en Remus es el mismo. Calor. Vapor. Rigidez. Remus se apoya en la mesa, se acerca a él, hasta que están a pocos centímetros.
- Si quieres ofenderme vas a tener que ser más original. Insultas como una niña.
Un órdago. A Sirius le brilla la mirada.
- Cómeme la polla, Lupin.
- Imposible. En la biblioteca hay que guardar silencio y tú eres de lo que gimen.
Tira de su corbata tan rápido que Remus no tiene tiempo de pensarlo antes de chocar con la humedad de un beso que le consume sin preliminares, aparece de la nada y se convierte en lengua sobre lengua, húmedo y jadeante en cuestión de segundos. Cuando se separan Remus tiene la mente nublada y los músculos licuados. Sirius se lame los labios y le mira como si no existiera nada fuera de ellos, esa mesa y esa biblioteca. Habla con voz grave, mirando de arriba abajo, a punto de cometer una enorme travesura.
- Es la primera vez que encuentro algo interesante en una biblioteca. Remus se ríe con ganas y se da cuenta de que no importa lo que sean. Amigos, amantes, novios u otra cosa. Sean lo que sean, se llame como se llama, siempre serán eso. Remus y Sirius. Nada más y nada menos.
- Quidditch- murmura Sirius, indicando que se acerca la hora del entrenamiento. – Me tengo que marchar. Pero no he acabado contigo, Lunático. – Agacha la cabeza, le busca los labios para un beso repentino y profundo y a Remus le cosquillea la cara con su pelo. Tiene ganas de meter los dedos dentro y seguir besándole pero Sirius se separa, advirtiendo que "todavía no hemos empezado".
- Eso espero.
Sirius sonríe, malévolo, y se marcha tarareando algo que suena como "Mrs. Robinson". No mira atrás cuando choca con Snape y sus libros de pociones caen al suelo con un estruendo.
- Mira por dónde vas, Quejicus. Tienes que intentar ahorrarnos el disgusto de tropezar contigo.
Marauders!Crack by Irati.
Qué grande Sirius en la última frase xD.
Pues eso. Sólo Remus y Sirius. Nada más y nada menos...

Quiero gritar tu nombre...


- ¿Y ésta?
- No.
- ¿Nadie te ha lamido aquí?
No puede hablar. Dice que no con la cabeza. Le cuesta pensar.
- Mejor. Me gusta ser el primero en ver qué tal sabes aquí.
Una a una. Sirius le está lamiendo todas las cicatrices. Todas las heridas. Sin dejar ninguna. Le besa más arriba del codo, en la carne tierna de los brazos. Son heridas viejas y están cicatrizadas pero aún así, bailan cuando Sirius las recorre con la lengua. Le lame el pecho, de izquierda a derecha, siguiendo las marcas rojizas de las últimas lunas llenas. Se acerca a los pezones, los besa con la boca abierta, muerde, vuelve a besar. No deja un palmo de carne sin tocar y cada vez que se acerca a la carne más sensible del estómago donde el vello se vuelve más espeso, Remus quiere suplicar. No se atreve. Ahora que Sirius tiene el control, su presencia le abruma. Lo único que puede hacer es tumbarse encima de ese piano que vibra y dejarse hacer.
Lleno de saliva. Con latidos de anticipación entre las piernas.
Sirius encuentra una marca reciente. Una cicatriz profunda donde la pierna se une con el resto del cuerpo. Usa toda la lengua, cierra los labios. Succiona.
El gemido de Remus parece un aullido.
- ¿Te duele?
- No. – No lo sabe. Puede que sí. Dolor y placer, hay un punto donde son lo mismo y Sirius domina esa frontera difusa. – No me importa.
Solo quiere que le siga besando.
Sirius acerca la cara a su erección.
Puede verle la lengua entre los labios, acariciándose los dientes, como si se preparara para la comida de navidad. Está tan cerca que si habla durante un rato, Remus está seguro de que el roce de su aliento bastaría para provocarle un orgasmo.
- ¿Y aquí, Remus? – Le toca con un solo dedo. [...]. - ¿No te ha lamido nadie?
- Hazlo tú.
Un lametón. Desde la base hasta la punta. Sirius, nada menos que Sirius Black, le está mirando encima de un piano, con el pelo sobre la cara, su expresión más salvaje, la música sonando [...]. Y luego todo. Despacio y hasta abajo. El mundo de Remus desaparece. El eje del universo se desploma y la tierra empieza a girar al ritmo de la succión. La increíble succión que le está sacudiendo todo el cuerpo y pronto, demasiado pronto, se vuelve irrespirable.
- Podría parar ahora, ¿sabes? Sería una venganza cojonuda.
- Por favor.
- Por favor qué.
- Por favor, quiero gritar tu nombre.
En tres o cuatro o cinco idiomas diferentes porque es el único nombre que siempre ha tenido en los labios cuando se ha corrido. Solo o en compañía de otros, siempre le ha buscado a él. Pero esta vez es la primera vez que no tiene que morderse la lengua. Esta vez [...] es libre para decirlo siriussiriussiriusisirius. Lo repite sin parar, le acaricia el pelo, abre las piernas para hacerle sitio, le gustaría aguantar más y disfrutar cada sensación pero acaba pronto, rápido, estallante. Tiembla, le acompaña la música, arde, oye el jazz y su sangre, se muere, tiene los labios de Sirius y su mano y nada más. No necesita nada más para desandar un placer inmenso y dejarse llevar, gritando una sola vez, lo único que siempre ha querido gritar.
Su nombre.
Marauders!Crack by Irati

Aprenderte de memoria, estudiarte...


- No tengo una técnica muy buena- empieza a explicar en cuanto acaba- en realidad...
- Cállate, por dios.
Es ofensivo que el muy idiota sea capaz de esperar un segundo más. Sin moverse del banco del piano, Sirius le pone una mano en la nuca y le atrae hacia él. No es que quiera besarle, es que quiere comérselo, pero se conforma, de momento, con lo que tiene y le mete la lengua entre los labios tantas veces como hace falta hasta que Remus empieza a jadear y se acerca a él hasta que se tocan y dios, se frotan. Sabe a chocolate, a los últimos días del verano, a las teclas blancas del piano, a magia, a chico, a otra cosa. A lobo. Besa mejor todavía de lo que toca. Besa glorioso, cándido, terrible, como si se estuviera deshaciendo. Besa como si llorara. Desenrolla la lengua. Triste, mágico, Lupin.
- Quiero que me hagas a mí lo que le has hecho al piano.
- Sí- suspira, jadea, promete. Le devuelve todos los besos, le mete la lengua entre los labios, le hace palpitar. – Vale. Sí.
Le provoca temblores entre las piernas. Sirius no recuerda la última vez que sintió temblores. No sabe si los ha sentido alguna vez.
- Ahora. Aquí. – Empieza a aflojarle la corbata y desabrocharle la camisa, aunque lo que quiere es arrancar los botones. Sabe que no está siendo coherente pero no puede evitarlo. - Quiero hacer que te corras. Prométeme que te vas a correr. Remus, joder. - Nota sus manos debajo de la camisa. Los dedos del pianista le tocan por fin y Sirius deja de pensar y de estar, nota que le invade Remus como le ha invadido la música y se deja llevar porque quiere estar lleno de él, asfixiado de su veneno hasta que no quede nada más. – Necesito correrme. – Le muerde las orejas, las besa, las chupa, no le llega la boca para todo lo que quiere hacer. – Quiero que te corras.
No sabe cómo encuentra su cremallera en ese nudo de brazos y piernas que han formado en el banco del piano pero da igual porque Remus le está desabrochando los pantalones de una vez por todas y eso es lo único que importa. Eso. Y lo bien que besa y después nada, nada excepto los dedos de pianista dentro de sus pantalones, dentro de los calzoncillos, ostia, por fin.
Marauders!Crack by Irati
Quiero recorrer tu cuerpo de tantas formas, de tantas maneras, tantas veces, que quiero saber con sólo notarte, cuántos lunares tienes... Quiero aprenderte de memoria, estudiarte hasta cansarme, contar las líneas de tus manos y saber qué significado tienen... Quiero saber qué tienes para mí, si vas a estar siempre en mi vida, si voy a poder quererte más de lo que te quiero... Saber si eres parte de mi destino, o parte de mi definición... Quiero, con sólo notar tu presencia, enamorarme de ti. Quiero que no te asustes, que no me tengas miedo, que te dejes querer. Quiero decirte muchas cosas al oído... Quiero que sepas que nunca me alejaré de ti...
Hoy la foto es un poco distinta... pero creo que vale ^^.

Joder, Lunático...


- Apuesto a que Dumbledore quiere que nos vigiles de cerca, Lunático.
- Insistió en ello.
Da un paso al frente. Sus siluetas están a punto de tocarse sobre la vidriera.
- Siempre has sido un chico muy obediente. Tendrás que hacer caso.
- Qué remedio.
Se tocan.
Solo la punta de la nariz, el final de los labios. Pero esta vez Sirius no se mueve. Espera, sigue imponiendo su castigo y es Remus el que salta la última distancia y trata de abrirle los labios con la lengua. Un beso corto, una penetración gloriosamente lenta. Luego, los pasos de James, volviendo del baño. La noche, la ventana, el deseo. A su alrededor, les envuelve un campo de electricidad. Parece que todo está a punto de estallar y quemarse.
- Es una pena – dice Sirius, renqueante- que no pidieras clemencia. – Es Black, es Sirius Black, el terror de las chicas, tratando de resultar seductor. Remus lo ha visto docenas de veces. El efecto en la mayoría de las mujeres es inmediato. Acceden, acaban en su cama. Tanta insolencia, tanta cara dura resulta difícil de soportar. Sirius lo sabe. Juega con él, como ha jugado antes con todas las chicas que se le han cruzado. - Me hubiera gustado verte suplicar de rodillas.
Pero se le olvida una cosa. Que no está hablando con una chica. Sino con un merodeador.
- Si yo estuviera de rodillas, - Remus se acerca a su boca - serías tú el que acabaría suplicando, Black.
Se le olvida que nunca, ni una sola vez, se ha quedado atrás cuando se trataba de una travesura.
- Joder. – La mirada de Sirius se dilata en la oscuridad. Le busca los labios, le besa con toda la boca. Chocan, se les resbala la lengua. Se llenan de saliva. – Joder, Lunático.
Marauders!Crack by Irati
¿Alguna vez te he dicho... cómo me gustas...?
Me pones nerviosa...

Los gritos de la carne...


Tres. Sirius se moja el labio inferior con la lengua. Dos. Acerca la cara a la suya; su pelo le hace cosquillas en las mejillas; se rozan nariz contra nariz, se oyen respirar, alargan el último segundo, saben que no hay vuelta atrás y que recordarán ese momento el resto de sus vidas.
Uno.
Roce de las bocas, Remus deja caer un suspiro, Sirius tienta con los labios, ambos sacan solo la punta de la lengua para acariciarse y el primer contacto les lanza sin remedio hacia un beso húmedo que se ha estado cocinando durante ocho semanas y siete años. Alguien gime desde el fondo de la garganta y es lo de menos quién sea. Puede que sea Sirius, que mete la lengua con cierta rabia y se desliza hacia una negrura sin fin o puede que sea Remus, que cierra los labios con desesperación y chupa, haciendo que el beso se vuelva urgente –cómeme-, desesperado – bébeme-, líquido –muérdeme-. Lo alargan tanto como pueden, sin separarse para respirar y cuando Remus cree que no puede más siente la mano de Sirius en la nuca. Un tirón, justo donde termina el pelo. Le obliga a echar la cabeza hacia atrás, Remus abre la boca por puro reflejo y el beso se vuelve más profundo.
Joder. Se le acumula una catástrofe entre las piernas. Toda su sangre se arremolina y se declara en guerra. Crece. Flota. Se pone rígido.
Sirius –ese bastardo insolente- no tiene piedad para besar. Mete y saca la lengua, embiste y puede que no sea consciente de esos leves movimientos que hace su pelvis para imitar lo que está haciendo con la boca pero consciente o no, a Remus le dan ganas de desabrocharle el pantalón.
Se separan para coger aire. Sirius le coge la cara con ambas manos. No deja de besarle, besos cortos –solo los labios, dios más una penetración rápida de la lengua-, le lame los labios murmurando algo que suena como mmmmmsí y maldito seas, sirius, no se olvida de succionar ese punto en la nuca, debajo de la oreja donde empieza la cicatriz y los problemas de control de Remus.
Murmura en su oído.
- No quiero comerme a los niños. – Caracolea con la lengua dentro del oído, recorre los laberínticos dibujos interiores. - Pero hay un prefecto que me interesa. – Sirius le muerde la yugular y lame donde ha mordido. Exquisita, decadente tortura. Odia a todas las chicas con las que la ha practicado. No sabe cómo han sobrevivido.
Marauders!Crack by Irati
¿Quieres venir a comprobar cómo grita cada uno de los poros de mi piel cuando te siento cerca...?

Luna en la casa de Sirio...


[...]
[Estamos de acuerdo en que te echo de menos. Tú preguntas cuánto pero sospecho que lo que quieres saber, Canuto, es otra cosa. Tú quieres saber cómo te echo de menos y dónde duele y cómo me alivio para soportar el dolor.]
[...]
[De acuerdo. Pongamos que te lo cuento, que no me da miedo asustarte porque no se asusta tan fácilmente a Sirius Black. Pongamos que estoy escribiendo esto en la cama y tú lo estás leyendo en la cama y nos estamos echando de menos los dos. Pongamos que te duele a ti tanto como a mí y que lees este pergamino solo con una mano porque el dolor es insoportable y hace calor y me echas de menos lo suficiente como para necesitar un alivio rápido. Aquí y ahora. Es una suposición, naturalmente, no estoy diciendo que yo lea tus cartas a solas, tumbado en tu cama, imaginando qué estarás haciendo, si hay sitio para mí en esa tienda de campaña o qué podría pasar si apareciera de pronto, a medianoche y tuviéramos que compartir esa estrechez a oscuras. Sudados por el verano. Solos. Juntos. Tú y yo, Sirius].
[...]
[Cuando uso el baño de la Habitación Común tengo la sensación de que todo el que entre podría saber lo que ocurrió y ver a través de mí. Como si estuviera escrito en las paredes. Lo que hicimos. Aunque no es lo que ocurrió lo que me atormenta mientras te escribo, sino lo que hubiera pasado de no haber entrado James. Pongamos que a veces me pregunto qué habría ocurrido y cuando lo hago la respuesta es cualquier cosa. Lo que tú hubieras querido porque yo no hubiera sabido parar]
[...]
[Es como si siguiera encerrado en ese cuarto de baño. Esperando que termine lo que empezó entonces. Duele. Si esto es echarte de menos, duele. Ya lo creo que duele. Te echo de menos debajo de la carne, me atormentas desde lo más profundo de mí mismo, como si fueras la luna, Sirius. Me gustaría alargar una mano y tocarte pero no estás, así que me toco a mí mismo, mientras te escribo, mientras te leo, mientras pienso en ti y no es suficiente pero tiene que valer. Me haces sudar y pasar noches en vela, me haces pensar en ti con una mano metida en los pantalones y la otra escribiendo esta carta. No sé si eso contesta a tu pregunta].
[...]
[Pero sé lo que quiero]. [Quiero estar ahí contigo, que estés aquí, que volvamos a ese cuarto de baño, que no sea mi mano la que me esté haciendo aullar como si fuera la luna llena. Sino tú, tu mano, tus dedos, tu boca, dios, Sirius, cualquier parte de ti contra mí, frotándome, acariciándome, lamiendo. Tú. Yo. Contigo. Haciéndote lo que sea, Sirius, cualquier cosa que quieras, lo que pidas. Porque me dominas como el lobo. Porque no te echo de menos, Sirius, estoy enfermo de ti y si lees esta carta y sientes la misma presión y te alivias como yo, imaginándome a mí, entonces rezo para no curarme. Qué más da estar enfermo, si es de ti.]
[...]
Marauders!Crack by Irati
**Hoy estuve pensando en ti... en lo que siempre quise pero nunca se dio... Tengo ganas de ti...**

¡Fiesta!


Papá.
Charlando con un montón de amigos vestidos con túnicas de gala a cual más cara y más horrenda. Jueces, altos funcionarios del Ministerio y el director del departamento de Educación en el Ministerio de Magia. Hablan, como es habitual, de uno de sus temas recurrentes. Cómo conseguir que alguien “más capacitado” que Dumbledore dirija Hogwarts. Los argumentos en contra del actual director ya los conoce. Demasiado sentimental, sin criterio, poco disciplinado, bla, bla, bla.
- Admite a cualquiera en ese colegio- dice el funcionario del ministerio.
Todos asienten. A todos les parece que hacen falta mayores criterios de pureza y a Sirius se le pudre la sangre.
- Bueno- interrumpe- yo creo que Dumbledore tiene sus criterios y no es cierto que admita a cualquiera. A su hijo, por ejemplo, no le admitieron este año, ¿no es así?
El director del Departamento de Educación, un hombre calvo y estirado de apellido Plumbeus, se muestra inmediatamente airado.
- Hubo – dice – una conspiración contra mi familia. Dumbledore trata desde hace años de minar mi autoridad en el Ministerio.
- Ah, ¿era eso? Menos mal. Se rumoreaba que habían pillado a su hijo abusando de una de las elfinas del colegio.
El señor Plumbeus pierde el color completa y rápidamente.
- ¿Cómo has dicho, jovencito?
- De hecho, se rumorea también que ella no solo estaba ofendida, sino que no acabó muy satisfecha, ¿sabe? Al parecer fue todo muy rápido y casi no se enteró.
- Pólux, ¿no vas a decirle a tu hijo que se comporte?
- Me porto bastante mejor que su hijo. Las elfinas de esta casa pueden dar fe de lo macho que soy. Es algo que he heredado de papá. Me refiero a mi gusto por las elfinas, no a mi virilidad.
Mientras Pólux se disculpa y hace reverencias ante sus invitados argumentando que su hijo ha debido beber algún veneno que provoca la locura, Sirius localiza a un grupo de chicos más o menos de su edad, haciendo corro en torno a Régulus y escuchando sus historias sobre el colegio en Francia.
- Ya sabéis, - dice Régulus- que los colegios franceses tienen mucho renombre.
- ¿No eran los besos?
Régulus le mira sin disimular su desprecio.
- Mi hermano Sirius. – Le presenta. – Supongo que le conocéis. Disfruta defraudando las expectativas puestas en él.
- Perdona, Régulus. Te he molestado mientras hablabas de todo el sexo que has tenido en Francia. - No hacía tal cosa.
- Pero, ¿todavía eres virgen? – finge estar escandalizado y les habla a sus amigos mientras aprovecha para tirar la copa hacia la orquesta invisible y manchar la alfombra. – Mi hermano está esperando a alguien lo bastante puro pero yo creo que es una excusa para ocultar el hecho de que nadie le pondría los dedos encima a no ser que le pagaran. Por suerte, tienes dinero.
Régulus tiene los labios torcidos de puro asco.
- Cállate, por Dios.
Parece que le cuesta estar en la misma habitación que Sirius. Soportar su presencia.
- No tienes de qué avergonzarte, hermano. Quien al putero de su padre se parece, honra merece.
Todos los amigos de Régulus les observan, midiendo el tiempo y el odio, para saber si en algún momento tendrán que separarles y evitar que se maten.
- Perdonad a mi hermano – dice Sirius, lanzando palabras como escupitajos. - Era una mala semilla y se ha estropeado todavía más por culpa de unas lamentables amistades. Una pandilla de perdedores que no saben cuál su lugar y naturalmente, el mejor de todos, un mestizo pobretón que no estaría en Hogwarts sino fuera por la caridad de Dumbledore.
- Sigue hablando de él, Régulus. Adelante. Dame una excusa para partirte la cara y manchar el suelo con esa sangre tan pura que tienes.
- No es mi intención hablar mal de él, Sirius. Bastante tiene el pobre, después de la paliza que le dieron a su novio. Esperemos que el siguiente desgraciado no tenga la misma suerte.
Parece una amenaza. Sirius se pregunta qué sabe y se descubre pensando que le da exactamente igual lo que sepa. Él, su madre, su padre. Todos los que se sienten por encima de él puede que tengan razón, pero cuando se sienten por encima de Remus, siempre están por debajo.
- ¿Por qué? ¿Quieres optar al puesto? Te advierto que a Remus no le va la zoofilia. No creo que quiera acostarse con una babosa como tú.
Marauders!Crack by Irati
Qué grande xD.

Eternamente tú...


- Tengo entendido que estás en Gryffindor- dice Lady Longfellow.
Antes de que Sirius conteste, Bellatrix se apresura en apoderarse de la conversación. Le lanza a su hijo una mirada de advertencia que supura sangre.
- Así es. No sé si sabrás que este año han ganado la Copa de las Casas, por sexta vez consecutiva. Sirius jamás pierde al quidditch.
Bellatrix odia la noción de que sangre de su sangre pueda estar en Gryffindor pero lo perdona siempre que Gryffindor gane. Porque si hay algo que odia más que el mestizaje, es a los perdedores. Sirius lo sabe. Lo ha sabido siempre. Por eso, cuando le habla a la señora Longfellow procura no perder de vista a su madre, por el rabillo del ojo.
- El mérito no es mío, la verdad. Sino de ese paquete llorica que tienen en Slytherin este año como buscador. ¿Cómo se llama? – Finge que lo recuerda de repente. - Ah, sí, Longfellow.
- Es mi hijo – masculla Lady Lorena, sin ocultar su desagrado.
- ¿En serio? Nunca lo hubiera adivinado, así vestida jamás hubiera dicho que era una puta.
- ¿Cómo has dicho!
- En los partidos, le gritan a su hijo “perdedor hijo de puta”, supongo que va por usted.
- ¡Sirius! – chilla Bellatrix, blanca de ira.
- No tienes buena cara, mami, voy a traerte un digestivo.
Les deja en un rincón, a su madre disculpándose en su nombre y a la señora Longfellow, posiblemente, intentando conjurar un hechizo contra él que resulte dañino y sangriento pero al mismo tiempo apropiado para tan elevado ambiente.
Marauders!Crack by Irati
Puro Sirius.
**Me pones, ¿sabes? =P **

Muérdeme...


Pero Sirius no se detiene. La escucha escaleras arriba, gritando "¡solo un minuto!" y sinceramente, le da igual perder el tren porque si no lo hace revienta. Literalmente, es que REVIENTA. No sabe cómo ha aguantado desde el domingo pero solo ahora, cuando el fin del curso es una realidad y no solo un temor, se da cuenta de lo imbécil que ha sido.
No tenía que haberse aguantado.
No se ha aguantado nada en toda su vida y, ¿ha tenido que empezar ahora?
Pero qué tonto soy, joder.
Abre la puerta de la habitación con toda la fuerza que tiene y si no choca contra la pared y la rompe es porque Merlín no quiere. Remus está de espaldas, mirando por la ventana, seguramente para ver cómo se marchan. Se gira inmediatamente al oír la puerta. Remus Lupin, con esa nariz gigantesca y demasiado ancha y ese extraño labio superior que siempre destaca demasiado en su boca y ese pelo imposible y esas pestañas tan largas y esos labios calientes y llenos de curvas y esa mirada dolorida, es lo más bonito, lo más increíble que Sirius ha visto en toda su maldita vida.
Pero qué, qué, QUÉ tonto soy, JODER.
- ¿Qué te has...?
Olvidado.
Eso quiere decir.
Pero Remus no lo dice jamás. No lo dice porque Sirius cruza la habitación como una tormenta y lo manda todo a la mierda y se condena para siempre besándole. Es la única cosa sensata que ha hecho en cinco putos días y no solo es sensato, es espectacular. Es mucho mejor de lo que recordaba. Es Remus, abriendo la boca sin pensarlo, recibiéndole con idéntica desesperación a la suya, derritiéndose como chocolate blanco bajo el paladar. Está caliente, está cerca, está besándole, Sirius le sostiene el cuello para que abra bien la boca y sabe que Remus será lo único que va a ver durante ocho semanas cada vez que cierre los ojos. Perfecto, brillante, húmedo, lunático. Es un beso profundo, una pelea de lenguas en la que ninguno está dispuesto a ceder y ambos tienen que agarrarse para no caer al suelo.
Sirius se separa por necesidad. Antes de que sea demasiado y tenga que mandar el tren a tomar por saco. Tiene que volver a casa. Si no vuelve a casa, su madre no pagará la matrícula del año que viene y no puede perder Hogwarts. Se lo recuerda y es importante que lo haga porque Remus jadea e insiste en seguir besándole y hace de la sensatez un arte realmente difícil. Sería más sencillo si el cabrón besara aunque solo fuera un poquito peor.
- Septiembre- consigue decir Sirius. Querría elaborarlo más pero no puede.
Marauders!Crack by Irati
Ya era hora, ¿no, Siri?
Dicen que la sinceridad es el mejor secreto para el funcionamiento de las relaciones.
Al final será incluso verdad.
**Te amo...**

Cuando todos los corazones rotos se pongan de acuerdo...


Bailan. Y no importa que no estén en mitad del comedor porque allí donde llegan y giran, la música suena con más nitidez y ellos se convierten en el centro del mundo. Lily lleva el pelo más largo que a principios de curso, largas capas pelirrojas hasta la mitad de la espalda y otras más cortas sobre los hombros y lo que queda de un flequillo que crece despacio se mueve sobre su cara cuando Remus la hace reír y ella se apoya la frente en su pecho y provoca que todos, hasta esa sabandija de Severus Snape la miren embelesados, solo un segundo, preguntándose para qué existía la música antes de esa noche. James no sabe qué le estará diciendo pero le gustaría ser John Lennon para inspirar en ella esa delicadeza al bailar. Cantarle al oído en mi momento de oscuridad, ella está conmigo, bailar con ella, dejemos que pase, bailar con ella durante el resto de su vida.
- A veces me duele estar cerca de algo tan bonito- le dice a Sirius, al final de la canción, mirando a Remus y a Lily-, ¿sabes lo que quiero decir?
- Sí- suspira Sirius, tragando saliva. – Ya sé lo que quieres decir.
James está demasiado hipnotizado por las palabras de la canción y no se fija en el exceso de emoción que hay en la voz de Sirius. No le extraña que su amigo, como él, sea incapaz de apartar la mirada de la pista de baile. John Lennon está convencido de que cuando todos los corazones rotos se pongan de acuerdo, habrá una respuesta y tal vez tenga razón. Lily gira en brazos de Remus, Remus gira en brazos de Lily, y ambos dejan que pase el tiempo, bailando, riendo, celebrando que estarán juntos incluso en los tiempos oscuros para los que todavía no han encontrado una respuesta.
Let it be, canta John Lennon. Just let it be.
Marauders!Crack by Irati
Me encanta este fragmento.
Y me encanta esa pintada, me hace recordar.
**Te quiero...**

No hay nada bueno en el adiós...


[...] Cuando está a punto de salir, Sirius habla y el mundo se pone de puntillas, contiene el aliento y deja de girar. Por esa vehemencia, por esa sinceridad cruda en la voz de Sirius cuando dice cuatro palabras, solo cuatro palabras que lo arrasan todo a su paso.
- Te echo de menos.
Deja el libro en el sillón y se pone de pie.
Se acerca el ocaso del día y las luces anaranjadas y rojizas de la tarde atraviesan las vidrieras de Gryffindor, reflejando siluetas fantasmales en el suelo. Sirius camina sobre esos dibujos de colores con pasos secos y decididos. Llega hasta la puerta. Pone una mano en el picaporte y bloquea la salida de Sirius. Con esa misma y desesperada calma, repite
- Te echo de menos, Lunático.
Le gustaría decirle "llevo años echándote de menos". Explicarle con los dientes que mientras no esté debajo de su piel siempre estará demasiado lejos.
- Estoy aquí, Sirius.
Siempre estaré aquí.
- Te echo de menos incluso cuando estás aquí.
No sabe qué decir. Está paralizado. Sirius sigue bloqueando la puerta. Se pregunta si quiere besarle porque por la expresión de su cara, con los labios entreabiertos y esa respiración profunda parecería que quiere besarle.
- Antes no me pasaba, Remus.
- No, ya lo sé. – Va a decírselo, tiene que decírselo. Que le quiere, maldita sea, que no aguanta más. [...]
[...] Pero están tan cerca. Es difícil hablar. Están cada vez más cerca. La habitación se nubla. Y si en el cuarto de baño todo iba demasiado rápido, ahora todo va demasiado despacio. Como si el tiempo se hiciera a un lado para hacerles sitio. Los ojos de Sirius son más grises de lo normal, como el cielo escocés antes de la tormenta. A tan corta distancia, Remus puede notar el brillo de su lengua dentro de la boca y sentir el calor de su cuerpo. El movimiento más leve bastaría para tocarle.
- ¿Es igual con todas?
Sirius le mira fijamente. Le derrite. Le asesina. Remus no sabe a qué se refiere.
- ¿Qué?- Que si te pones tan caliente cuando te lamen todas las cicatrices –habla despacio, se explica desmenuzando las palabras una a una, jadeando cada vez más cerca- o es solo la del cuello.
El bombeo de la sangre se acelera. Remus quiere decirlo de una vez. Te quiero. Y estallar en sus labios. Están tan cerca. Sirius debe querer besarle, ¿no? porque no estaría tan cerca si no quisiera besarle. No le miraría así, no se lamería el labio inferior con la punta de la lengua, ni respiraría con esa carencia herrumbrosa.
- No lo sé. Algunas son más sensibles. Supongo.
- Pero no lo sabes.
No hay rabia. No hay celos. Sirius no está enfadado, fuera de sí, enfermo, como en ese cuarto de baño. Es de día y le echa de menos y solo están ellos dos, sin rabia, ni cólera, queriendo besarse, muriéndose por un poco de contacto. Un poco de saliva, algo de lengua, mucho calor. Por favor.
- Nadie las ha lamido todas. [...]
Marauders!Crack by Irati
Buscaba algo más acorde con la foto, pero creo que estos dos fragmentos se acercan más a mi estado de ánimo y agitación de estos días.
Me siento un poco vacía...
Verte me ha hecho pensar mucho...
Y no, no hay nada bueno en el adiós...