jueves, 29 de octubre de 2009

Suéñame...


8/10/09


Mecánico.

Pero no siempre.

Algunas noches cuesta un poco más. Su cuerpo quiere pero parece haber olvidado cómo y cuanto más lo intenta es peor porque lo único que consigue es frustrarse. El problema es que una vez que ha empezado ya no lo puede dejar, y le resulta imposible dormir si no llega al final. Se siente llena de energía y a veces incluso al borde de las lágrimas y necesita descargarse.

Algunas noches, como esta, una tiene que ayudarse con algo más que los dedos resbalando dentro de las bragas.

Las fantasías sexuales tampoco tienen nada de malo. [...]

[...] ¿No?

Sí.

Sí, se lo repite a sí misma. No tiene nada de malo. [...]

[...] Piensa cosas normales, que pensaría cualquier chica de diecisiete años. Piensa que está en casa y sus padres no están y Petunia ha salido y ella invita a un chico. El chico la besa en el sofá y murmura en su oído que sus padres pueden volver en cualquier momento. Pero al mismo tiempo, le sube la falda y le baja suavemente las bragas. [...]

[...] Lily se deja llevar por esas imágenes que sabe que son idiotas pero inofensivas y todo resulta más fácil. Nota un peso en el estómago, calor en la cara, ganas de abrir las piernas un poco, humedad bajo la ropa interior y que sus dedos resbalan con mayor facilidad. [...]

[...] Necesita acabar y necesita acabar ya, así que piensa. Que no está sola en la cama, que no son sus dedos, que no son dedos, sino una lengua, que esa lengua es fuerte y hábil, y le hace lo mismo que están haciendo sus dedos, pero mejor, más real y más húmedo y más íntimo, mucho, mucho mejor.

No pasa nada si en un momento, en ese primer espasmo que todavía no es un orgasmo pero si la antesala de un placer largo y palpitante, esa lengua pertenece a un chico y ese chico tiene un rostro familiar y una cara abofeteable y una sonrisa gamberra y el ego del tamaño del Yukon. Porque es solo un momento, cuando se deja llevar y resbala los dedos dentro del cuerpo, un instante y luego la cara ya no es de nadie y Lily se contrae y le baila todo el cuerpo y ya no piensa en nada.

Excepto en dormir.

Antes de conciliar el sueño, recupera la respiración, oye el ulular de las lechuzas y se convence a sí misma de que no tiene por qué sentirse ni culpable, ni confusa porque podría ser de cualquiera esa cara imaginaria y qué si es suya, tal vez.

Solo son fantasías. [...]

[...] En la mente de Lily, su chico desconocido de cierto parecido físico con alguien innombrable se lame los labios y la besa deslizando la lengua suavemente en las curvas laberínticas del cuello.


Marauders!Crack by Irati.




Fantasías...

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